Columna:

por Juan Pablo Segovia. 

Abogado Penalista.

Diplomado Derecho Procesal Penal y Sistema Acusatorio // UCN

Diplomado Litigación avanzada en Derecho Penal, Derecho de Familia y Derecho Laboral // UCN

Diplomado → Instituciones Fundamentales de Derecho de familia y Litigación Oral // UCN

Pensaba invitarte amigo lector a hacer un ejercicio para que pudieras compartir el sentido de estas líneas, en que cerraras tus ojos e imaginaras las distintas situaciones que ejemplarmente comentaré y que advirtieras las sensaciones que se te van generando, pero, si lo haces, de seguro no podrás leer nada, así que la propuesta es que, si así lo deseas, nos prestes tu atención en los párrafos que vienen y al final puedas compartirnos tus impresiones.

¡Bueno!… comencemos.

Ponte en alguna de las siguientes situaciones: Eres ciego y vas caminando por tu barrio, el cual conoces completamente, pero en ese momento a alguien se le ocurrió estacionar su vehículo sobre la vereda y, sin esperarlo, te golpeas; Te desplazas en silla de ruedas y necesitas realizar un trámite urgente y, como siempre lo haces, vas solo al lugar, pero al llegar, el acceso únicamente es por medio de escaleras; eres adulto mayor y tienes dificultades para desplazarte y necesitas ir a cobrar tu pensión, pero en el trayecto, la vereda que te guía a la oficina está llena de hoyos y, además, te choca un joven que camina en sentido contrario y que va mirando su celular y caes; Tienes un hijo con diagnóstico de TEA y en el colegio que quieres que estudie, el director te dice “disculpe, pero acá no contamos con profesionales capacitados para atenderlo”; Eres un hombre trans y, por motivos de salud, necesitas hacerte un examen de tipo ginecológico, pero el señor de FONASA no quiere venderte el bono por tu apariencia masculina…

Así, podríamos seguir poniendo muchos ejemplos, pero la pregunta es: ¿Considerarías que en estos casos se te están respetando tus derechos humanos?

De seguro has escuchado o leído que durante los últimos años se han dictado en nuestro país una serie de normas en materias de discapacidad, educación, materias de género, entre otras, en que se declara y propugna por la “inclusión”. Pero, ¿está bien utilizado este término?

Según la RAE, por “inclusión”, en su primera acepción, se entiende “la acción y efecto de incluir”. Conforme a ello, haciendo un simple racionamiento lógico y sin querer pecar de simplista, podríamos concluir, entonces, que se incluye lo que está excluido, por tanto, estas normas pretenderían incorporar a todas las personas a que hacen mención al reconocimiento de determinados derechos que, aun cuando siendo personas, no los tendrían.

El inciso 1° del artículo 1° de nuestra actual Constitución Política de la República consagra que “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Según esto, cada persona por el solo hecho de nacer y aun desde antes, y pasar a formar parte del cuerpo social, ya es titular de todos los derechos que le son inherentes y consustanciales a su calidad de ser humano, no siendo necesario que un acto posterior de un legislador se los atribuya y lo incluya en el ejercicio de los mismos.

Esta dinámica legislativa nos da a entender que existen personas que desde su nacimiento están excluidas de la sociedad, por razón de presentar determinadas características o “diferencias”, muchas veces que no son más que el mero resultado de una construcción social y, por tal virtud, privadas del ejercicio de la plenitud de sus derechos humanos, por lo cual se hace necesario que exista un acto de autoridad que por A, B o C motivo finalmente lo incluya y le haga parte de esa sociedad.

Dicen que “el lenguaje crea realidad” y en este caso considero que resulta ser una frase totalmente aplicable. Todos y cada uno de nosotros somos diferentes, pero por ello, igualmente valiosos e importantes en la construcción de la sociedad, incluidos en ella por el mero hecho de nacer y, necesariamente, desde ese preciso instante, titulares de todos y cada uno de los derechos que como seres humanos nos son propios.

En nuestro concepto, no se debe propugnar por la “inclusión”, pues como ya se dijo, nadie está excluido, sino que lo que debe reafirmarse es el reconocimiento de la igualdad de oportunidades para el ejercicio de nuestros derechos, eliminándose toda barrera arbitraria que nos impida alcanzar la máxima realización posible tanto en lo espiritual como en lo material. No por el hecho de que seas discapacitado, adulto mayor, mujer, niño o niña, parte de la población LGVTIQ+ o cualquier otra característica que te diferencie de otro, tendrás que esperar que una norma, en cuya formación muchas veces operarán intereses mezquinos, venga a reconocerte un derecho que ya tienes.

Pero, llegar a esta convicción es responsabilidad tanto tuya y mía; no debemos esperar que exista una ley que venga a recordarme que todos tenemos iguales derechos, para reconocer en el otro a una persona plena; no basta con donar unos cuantos pesos durante la realización de un programa de televisión de 27 horas para darme por satisfecho, podemos partir con actitudes tan sencillas como poner atención a nuestro entorno cuando caminamos por la calle y no atropellar a los demás, respetar los estacionamientos reservados para discapacitados por muy apurados que andemos o muy corto que sea el trámite que tengamos que hacer, no espantarse por la forma que otra persona viste o habla y así una serie de comportamientos, que formen en la conciencia social un reconocimiento y valoración de las diferencias. Basta de etiquetas, de estereotipos, de meras declaraciones de principios, de creer que ocupando lindas palabras o diminutivos estoy siendo considerado con quien es diferente a mí; aprovechemos el notable momento en que nos encontramos, en que hemos decidido establecer las bases del pacto social que nos guiará por un buen tiempo más y dejemos plasmada esta inspiración en nuestra nueva constitución, que, como se ha dicho profusamente, es la casa de todas y todos.

Espero que no pienses que lo que he expuesto acá, es fruto de algún ánimo resentido o una pura retórica quejumbrosa, pues esto está totalmente alejado de ello; únicamente buscaba despertar un poco de empatía y recalcar que tú y yo somos diferentes, pero por lo mismo, igualmente importantes para la sociedad que formamos, de la cual nadie, por su naturaleza de ser humano, está excluido.

Amigo lector, mucho éxito en tu vida y si en algún momento nos cruzamos en la calle, espero me veas, aunque no sepas que soy yo, pues al menos sabré que vas atento y no pendiente de tu celular.

Agenda tu hora.
Reserva una hora
Hola, gusto en saludarte.
¿Necesitas agendar una hora con nuestro equipo?