Columna de Opinión:
Por Mg. Claudio Moreno Rojas
Abogado
Magister en Pedagogía en Educación Superior.
Magíster en Derecho.
Pero, ¿cuáles realmente son los poderes del Presidente de la República?, ¿es realmente tan poderoso que puede llevarnos a la gloria o sepultarnos en la desdicha en tan sólo cuatro años de mandato?
La figura del Presidente de la República es, sin ninguna duda en nuestro país y en todo América, una súper figura (¡ojo! recuerde que me estoy refiriendo al cargo “Presidente de la República” independiente de quien lo ocupe). Y es que el Presidente parece ser el responsable de todo, y de lo bien o mal que estamos como país. Así, los ciudadanos sentimos que si sale electo don “Perico de los Palotes” o doña “Juana de las Mercedes”, las cosas, todas las cosas, cambiarían y nuestro país estaría: o mejor o se iría al basurero, sólo por quien gobierne, generando enormes debates políticos (espero) en nuestra sobre mesa familiar. Pero, ¿cuáles realmente son los poderes del Presidente de la República? es ¿realmente tan poderoso que puede llevarnos a la gloria o sepultarnos en la desdicha en tan sólo cuatro años de mandato?
La respuesta es que sí, pero no tanto como usted cree. Porque decir que “todo el país está como las berenjenas” es tan equivocado como decir “ahora sí que estamos mejor” sólo adjudicando esto al Presidente de turno. Entonces, antes de sacar nuestras pancartas debemos primero comprender que en esta excesiva responsabilidad (la de cargar el país completo en la espalda) el Presidente de la República no está solo.
En un país como Chile, de marcado rasgo presidencialista, el Presidente de la República es una de las magistraturas que más se comunica con las personas, y que los gobernados sienten, para bien o para mal, como más cercana, tanto así que puede ser blanco de memes y críticas como también de apoyo ferviente. Esta suerte de “comunicación fluida” que se da entre el primer mandatario y el pueblo lo hacen también responsable de los logros o de los fracasos del país ante los ojos del ciudadano.
Y es que el Presidente de la República, como órgano, es el Jefe del Estado y también del Gobierno, y sobre él descansan las funciones de “Gobierno” y “Administración” del Estado. Para entenderlo pensémoslo así: la función de “Gobierno” es la de las grandes direcciones que el líder da al país como las ideas que prometió en la campaña; mientras que la “Administración” es el brazo ejecutor de esas ideas. Más simples aún: Gobernar significa decir “qué haremos” y administrar es el “cómo lo haremos” implementando para ello todos los programas, planes, políticas y direccionando los recursos para cumplir con estos objetivos.
Otra característica, es que el Presidente de la República, desde la Constitución, tiene más poderes que el propio Superman, poseyendo facultades constituyentes, administrativas, colegislativas, jurisdiccionales, militares, internacionales y financieras. Esto proviene fundamentalmente del modelo americano donde si se fija, de tiempo en tiempo, salen esas típicas películas que van desde ataques extraterrestres hasta terroristas y resulta que es el Presidente quien: vence a todos los marcianos, o acaba con los malos porque ha sido veterano de guerra y sabe manejar un avión caza, casi como superhombre. De hecho, nadie podría negar que todos vemos a la figura del Presidente de Estados Unidos, el de Venezuela o el nuestro, independiente si los queremos o no, como hombres extremadamente poderosos y la verdad es que sí, lo son, porque el Presidente de la República es el cargo con más facultades dentro de un país, pero es eso, un cargo, no una persona y en Chile dura poco, cuatro años en realidad.
La duración del cargo Presidente de la República ha sido muy discutida a lo largo de nuestra historia. Algunos han sostenido que debiera durar más porque no es mucho lo que puede hacerse en cuatro años, otros con la justa aprensión de que le quede gustando el poder apoyan que sean sólo cuatro. Pero hoy el Presidente dura 4 años sin re elección inmediata, de hecho nuestros últimos dos presidentes han sido re electos, pero debiendo esperar a que el otro pase primero para poder salir otra vez.
Otro dato curioso, es el efecto “cinta tricolor” que suelo graficar a mis alumnos. Precisamente por lo corto del mandato, cada vez que un Presidente hace el típico corte de cinta al inaugurar un nuevo hospital, una nueva escuela o una gran obra, ha sido muchas veces por gestión del Presidente anterior, sólo que no le dio tiempo de salir en la foto, siendo el que está gobernando en ese momento se lleve los laureles.
Pero tal vez lo que más nos debiera importar es la facultad de colegislador que esta figura tiene, y la posibilidad de incidir en las normas que nos rigen a todos y en el Estado de Derecho mediante decretos. Por eso, no hay nada más errado que sostener que “si sale este Presidente tendremos tal ley” o “si voto por este candidato que no está de acuerdo con este tema, esta ley no saldrá”. Este error nos ha llevado muchas veces a fijarnos en candidatos equivocados, porque dentro de todos los súper poderes que tiene el Presidente, el que precisamente no tiene, es el de discutir leyes, ya que ese es poder y atribución exclusiva del Congreso. Ya la otra semana, le hablaré derechamente de lo que puede o no hacer nuestro “super héroe” para que la próxima vez que usted vaya a votar lo haga sabiendo qué habilidades tiene y no las que nos hacen creer que tiene.