Columna de Opinión:

Por Daniela Moreno Rojas

Abogada.

Licenciada en Pedagogía en Educación Básica y Parvularia.

 

 


Existen distintas etapas en el desarrollo de un ser humano, según distintos autores. Lo cierto es que la niñez es posterior a la infancia y precede a la adolescencia, y que sencillamente ser niño(a) no es ser menos que un adulto; y merecen no sólo ser protegidos, sino que además ser partícipes de sus propias vidas.

Es de público conocimiento que la protección de los derechos de la infancia y adolescencia en Chile y en América Latina está regida esencialmente por la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CIDN).  Justamente, en Chile atendido a la inexistencia de una ley integral de protección, podemos encontrar por ejemplo este reguardo normativo en el Código Civil, en la Ley  de Menores 16.618, en la  Ley que crea los Tribunales de Familia 19.968, en la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente 20.084, entre otras.

Ahora bien, dicha Convención del año 1989, acrecienta la noción de la infancia más allá de la protección, introduciendo al fin la noción de los niños(as) como sujetos de derechos.

Sin duda, la PARTICIPACIÓN de los niños, niñas y adolescentes (NNA), en términos genéricos, es una de las formas en que pueden desenvolverse como sujetos de derechos, exteriorizándose en distintos contextos: en su hogar, en su colegio, en su vecindario, entre otros.

En ese orden de ideas, definitivamente no se pueden generar políticas para niños, niñas y adolescentes (NNA) sin contar con ellos mismos; estamos hablando que se trata de sus propias vidas.

He aquí  cuando nace el derecho de ser oído, derecho que todo niño, niña y adolescente (NNA) posee, Art. 12 de la CIDN.

Con todo, el artículo 19 de la Ley 19.968, recoge la idea de que los niños, niñas y adolescentes actúen en los procesos debidamente representados en juicio por un curador ad litem, en todos los casos en que se hallen comprometidos intereses de un niño, niña o adolescente, y carezcan de representante legal o sus intereses sean contradictorios o independientes a los de sus representantes legales.

Hay que recalcar que los niños, niñas y adolescentes (NNA) tienen un pasado, una historia que van creando día a día, vale decir,  su propia vida; y que por mucho que existan Convenciones, leyes, literatura, sólo será un mero discurso si no la “aplicamos” en forma real y efectiva. He ahí la importancia del rol que juegan las políticas públicas.

Y cuando digo “aplicamos” hablo en plural, porque queramos o no; el bienestar de un niño, niña o adolescente es responsabilidad de TODOS, pues más allá de que sea un mandato legal, es también un mandato moral.

Es indiscutible que hoy por hoy la infancia se encuentra desprotegida. Mi opinión es que no sólo nos detengamos para criticar a Instituciones o al propio Estado (que por lo demás está muy bien hacerlo), sino que hagamos también nuestra propia tarea,  cada uno desde nuestros distintos roles que un momento determinado estamos llamados a cumplir.

Soy Educadora de Párvulos de primera profesión y trabajé directamente con niños y niñas varios años, y aprendí que todos somos importantes en la vida de ellos. Aprendí  de una niña cuando pidió de regalo de navidad un celular real y no de juguete para poder hablar con su papá, pues ella percibía que él sólo se comunicaba por ese medio con las personas; o cuando un niño llegó hasta el colegio con una mochila muy abultada, llevaba escondido los zapatos que usaba su madre, todo para que no se fuera otra vez, que no se volviera a ir de su vida como lo hacía siempre.

Son experiencias reales, historias de niños(as) de 3 o 4 años de edad aproximadamente, de esos que supuestamente son tan pequeños que no entienden nada de lo que pasa, pero que sin querer siguen nuestros pasos.

Mamás, papás, tíos(as), padrinos(as), educadores, abogados(as),  jueces, legisladores, todos… todos tenemos una cuota de responsabilidad en la vida de otros. Les pido que nos detengamos un minuto y tomemos conciencia que seguramente somos referente de alguien sin siquiera saberlo, y que nuestras conductas o decisiones incidirán directamente en esa persona.

No olvidemos nunca que los NNA miran y observan, luego aprenden y finalmente imitan. ¿Quién es el responsable de hacerlos partícipes de sus propias vidas y a la vez de protegerlos? TODOS  somos responsables, partamos desde uno mismo.

Les pido puedan ver este video, pues explica quizás de mejor manera en pocos minutos todo lo anteriormente expuesto.

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